El Soplao, más que una cueva
Cantabria es infinita y con toda la razón. Y es que, no tenemos más que acercarnos a cualquiera de sus escaparates naturales para sentir la fuerza de los elementos sobre nuestros sentidos. Este es el caso de la cueva de “El Soplao” y su privilegiada ubicación, a pesar de que no guarde, de momento, ningún vestigio de arte rupestre.
Es una visita obligada para todo aquel viajero que aterrice sobre tierras cántabras, sobre todo en invierno, y desee maravillarse con el espectacular mirador que se encuentra ante sus ojos.
De frente a los picos de Europa y a las montañas sagradas que cobijan el famoso pueblo de Garabandal, por los fenómenos “marianos” que allí sucedieron y conocida como “Monte Sagra”, la espectacular visión que nos sorprendió bocata en mano, es digna de relatar.
Allí, el día más frío del invierno, con los rayos de sol evitando que se nos congelaran las pestañas y de espaldas a la cueva del Soplao, uno siente que el tiempo se para y todavía más si uno se encuentra en soledad contemplando la majestuosa belleza de unos picos cubiertos de nieve que entrecortan el cielo del mejor lienzo.
La cueva del Soplao es la belleza interna de un paisaje sublime. Sin duda, un lugar para alimentar nuestro espíritu y pacificar nuestra mente. Pues la respuesta al milagro de la naturaleza es otro milagro: nuestro cambio interior.
El cielo y la tierra. Desde el pico más alto cubierto de nieve, hasta la cavidad más profunda, rozando las entrañas de la tierra. Así es el Soplao, lugar de contrastes, lugar de opuestos que se complementan para formar un paisaje singular y difícil de olvidar.
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